La enfermedad como drenado y revitalización

 

 

En este punto resulta de gran utilidad detenernos a describir cómo aborda el Higienismo Natural, o escuela médica de la Higiene Natural al ser viviente desde el punto de vista de los procesos salud-enfermedad. Obviamente, no pretendemos asumir que lo que se plantea desde el Higienismo Natural es “la verdad”, como no lo es ningún modelo explicativo incluida la biomedicina moderna, pero consideramos que lo que a continuación sintetizamos resulta de gran valor para enriquecer y profundizar nuestro acercamiento a los procesos salud-enfermedad, buscando formas más sustentables de cuidarnos hacia una salud plena.

Desde el punto de vista del Higienismo Natural, la persona, el organismo y todas sus dimensiones (físico-emocional-intelectual-espiritual) es una UNIDAD sistémica, es decir cada parte está en el todo y el todo está en cada parte, lo que implica que existe una interconexión holística de interdependencia y auto-regulación. Desde el Higienismo la persona, el organismo, es el reflejo y expresión de la VITALIDAD, la cual es la CARACTERÍSTICA DISTINTIVA Y ESENCIAL DE LA VIDA. La vitalidad expresa su vigor en cada instante y en cada dimensión de su existencia en el ser siempre en relación. Esto implica que cada célula, tejido, órgano y el organismo en su totalidad en su ambiente, tiene la capacidad para funcionar en armonía en cada instante y en cada etapa de la vida.

Una consecuencia fundamental de esta forma sistémica de ver la vida y los organismos, es que el Higienismo plantea que no existen enfermedades desconectadas y parciales, sino que toda patología es la expresión de un mismo desbalance esencial y conectado del organismo como una totalidad. Acorde con las circunstancias únicas de cada persona, el desbalance del organismo y su ambiente, se expresa en una combinación única de síntomas y dolencias en ciertos tejidos y órganos.

Por otra parte, el Higienismo Natural nos propone que el organismo posee tres sub-sistemas en los que se organiza:

 

i.               Sub-Sistema de alimentación,

ii.              Sub-Sistema de eliminación, y

iii.            Sub-Sistema de relación.

 

Para que el organismo funcione adecuadamente y exprese su vitalidad en todo momento y en cada una de sus partes, es necesario que lo que entra, lo que ocurre al interior, lo que sale y la relación con el ambiente, respete la armonía y la lógica sutil y profunda propia de la vitalidad (ecología interior y exterior). Todo ser viviente va aprendiendo y observando para desplegar su propio auto-cuidado de esta “lógica para la vitalidad de lo viviente”. Pero debido a nuestras costumbres, hábitos y agentes tóxicos de la vida moderna o desconectada del cuidado de lo esencial, los sub-sistemas van perdiendo su energía y su funcionamiento vigoroso. ¡Pero también y sobre todo, porque no permitimos que se desplieguen los procesos de enfermedad que limpian y reorganizan nuestro ser, crisis de enfermedad benéficas e indispensables para fortalecer, purgar y revitalizar nuestro organismo!

Al irse acumulando la energía, las substancias y los procesos tóxicos en el organismo, éste tiene que limpiarse (purgarse) para hacer fluido y reacomodar el metabolismo, los tejidos y en general al organismo. Son clave en este proceso la inflamación, la temperatura, el dolor, los fluidos y mucosidades, a través de los cuales nuestro organismo intenta restablecer su armonía. El Higienismo Natural llama a estos eventos o enfermedades leves como “crisis de limpieza”. De hecho como resultado de esta necesidad de limpieza, el sub-sistema de eliminación es favorecido energética y materialmente, por lo que los otros dos sub-sistemas (alimentación y relación) pierden energía y entran en estado de latencia. Por ejemplo perdemos el apetito, nos quedamos quietos y no tenemos interés en relacionarnos con otras personas, con nuestro trabajo y con el mundo en general.

Sin embargo nuestra reacción es “erradicar” los síntomas, curar la dolencia y regresar lo antes posible a lo que externamente identificamos como “normalidad”, sin importar lo que interiormente (y exteriormente) ocurre. De hecho lo que casi siempre tiene lugar es que como resultado de la desaparición de los síntomas, la intoxicación, el abandono de los hábitos que nos dan vitalidad y todo aquello que nos envenena desde el ambiente es olvidado y dejado “a la buena de dios”. Como podemos percatarnos, lo que ocurre al eliminar la dolencia de forma artificial y forzada, es que nos desentendemos de nuestro propio auto-cuidado, descuidando aún más nuestros hábitos y quizás sometiéndonos a una mayor intoxicación y abandono externa e interna. Además no damos paso al cuidado de nuestra energía vía movimientos para la salud, respiraciones, baños de agua, ayunos, caminar descalzo, tocar las plantas, etcétera, que nos permitirían complementar las labores de limpieza que la enfermedad nos ha obsequiado.

Esta forma de actuar tiene como consecuencia que los procesos de limpieza se detengan y de hecho se repriman, por lo que el desbalance interior se acentúa, debilitándose más el organismo y sus sub-sistemas. Otra consecuencia de esta forma de actuar, es que nuestro organismo va perdiendo la capacidad de contender con estas crisis de limpieza (de hecho las podemos llamar “crisis de sanación”), por lo que reaccionamos cada vez más débilmente, todo lo cual hace que nuestro organismo se vuelva más y más frágil. Esto nos hace asustarnos y reaccionar de forma más nerviosa ante los síntomas, por lo que tratamos de suprimirlos con más medicamentos o terapias (¡también alternativas o tradicionales!), generando un círculo vicioso de debilitamiento-crisis-erradicación de síntomas-más debilidad-etcétera.

Entonces vienen crisis un poco más fuertes, por lo que nuevamente el sub-sistema de eliminación cobra protagonismo, pero ahora con mayor intensidad. Sin embargo nuestra respuesta es tomar medicamentos o terapias más fuertes para contrarrestar los síntomas, la enfermedad en su conjunto es reprimida, sin reconocer su papel en este intento de restablecimiento de la armonía y la vitalidad. El sub-sistema de eliminación hace un gran esfuerzo el cual resulta inútil, pues no logra su objetivo de limpieza, por lo que poco a poco va perdiendo sus capacidades. A la larga el organismo ya ni siquiera tiene energía suficiente para limpiarse. En ocasiones la crisis se traslada entonces a los otros dos sub-sistemas, diversificándose la variedad de “patologías” que nuestro ser expresa como resultado de esta pérdida de energía e intoxicación.

Todo este proceso, cuando es más o menos armónico lo podemos enmarcar en lo que llamamos procesos de pérdida y recuperación del equilibrio metabólico y del organismo en general (des-equilibración/re-equilibración). Pero como resultado de nuestro analfabetismo de la Higiene Natural, la situación se estaciona casi permanentemente en la des-equilibración, que es lo que estamos observando en los tiempos actuales. Situaciones medico-sociales similares han ocurrido en otras épocas de la humanidad, donde como resultado de las invasiones colonialistas, o el dogmatismo científico, político o religioso, erradicaron la sabiduría y las prácticas esenciales de la Higiene Natural, por lo que las epidemias hicieron estragos sobre las poblaciones de seres humanos, y también de muchas otras especies. Tal es el caso de las epidemias en la población aborigen de México y América toda a la llegada de los españoles, británicos, portigueces y franceses colonizadores, de enfermedad de las vacas locas, la fiebre aviar o porcina, o la actual penademia de Covid-19, etcétera, a nuestro entender estos fenómenos han sido el resultado (complejo, es decir con varias causas conectadas) en gran medida de la ruptura de la Higiene Natural en las poblaciones.

No pretendemos sugerir que TODA enfermedad tiene exclusivamente este componente de pérdida de la vitalidad por descuido de la Higiene Natural. Es evidente que existen los componentes genéticos, metabólicos, los fenómenos naturales y demás, inclusive el azar, pero creemos que este componente que aborda el Higienismo, es el primordial a ser considerado, siempre en diálogo con los otros, todo en una complejidad que requiere ser afrontada y no rechazada e ignorada.

Después de muchos ciclos de crisis menores, el sistema se encuentra profundamente debilitado, por lo que ya no tiene energía suficiente para fluir acorde con la lógica de mantenimiento de la armonía básica del organismo, propia de la vitalidad y la viabilidad de la vida. El resultado de todo esto es que las pequeñas enfermedades y sus crisis de limpieza ya no ocurren así, y poco a poco empiezan a aparecer lo que las y los higienistas llaman “enfermedades crónicas y degenerativas”. Desbalances que reflejan un desarreglo profundo de la energía, organización y funcionamiento del organismo, por lo cual el proceso de sanación se vuelve mucho más arduo.

La opción sustentable puede ser entonces, desarrollar (cada persona en colaboración y atención de profesionales de la salud) nuestras capacidades de leer todo lo esencial que está bloqueado, des-energizado y desbalanceado en nuestro ser, para así poco a poco (mediante el auto-cuidado y la acción de una terapéutica sistémico-integrativa, ver más abajo) ir recuperando la vitalidad característica de una salud plena. La o el profesional de la salud, requieren herramientas sistémicas e integrativas para evaluar y diseñar, junto con quien es la o el protagonista de su salud que es la persona, la mejor combinación terapéutica y de auto-cuidado para cada participante.

ESTA ES PRECISAMENTE LA RUTA QUE ESTAMOS DESCRIBIENDO CON DETALLE EN EL PRESENTE TRABAJO DE MEDICINA SISTÉMICO-INTEGRATIVA.

No resulta sencillo y fácil este trabajo de curación y sanación (más adelante clarificamos estos dos términos)  ante los desbalances tan desastrosos que hemos generado, sin embargo, la gran maravilla es que la vida siempre “quiere ser”, las células casi siempre están en posibilidad de recuperar sus funciones y su vitalidad, por lo que requerimos retomar nuestros trabajos de cuidado esencial  (tanto médico como personal) de lo que hace falta (lo que corresponde) para una vida sana.


1 comentario:

  1. Muchas gracias Enrique, excelente trabajo, una realidad, nos hemos incluído en el aceleramiento de la vida, que nos olvidamos de un reposo, para observar y analizar nuestro organismo y todo lo que nos dice.
    En lo personal me gustó y me sirvió mucho, mil gracias.

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